Multitud de informaciones llegan a nosotros en el día a día. La mayoría no han pasado los filtros de Sócrates. Y el riesgo de engancharse en un pensamiento y creérselo es muy grande. Por ello conviene abrir la mente y cuestionarse todo aquello que a ella llega, independientemente del concepto que sea.

El hombre no está preocupado tanto por problemas reales,
como por sus ansiedades imaginadas sobre los problemas reales.

Epicteto

El riesgo de engancharse en un pensamiento

Suena el despertador. Son las 7 de la mañana, hora de meditar. Trato de reflexionar y visualizar el objetivo de mi vida. Pero me encuentro con el primer obstáculo del día: mi mente. Una abrumadora cantidad de pensamientos llegan. Y no, no vienen todos juntos. Vienen de uno en uno. ¡Qué psique más perversa! ¡Con las ganas que tengo de vaciarla!

Entonces, miro ese pensamiento que se acerca. Lo observo. Lo analizo. Finalmente compruebo que habla de mi temor a la soledad. Una vez lo descubro, se va. Toda esa marabunta de ideas que me bombardean se aletargan. Obtengo unos instantes de sosiego. ¡Bien! Lo he conseg… ¡Oh mierda! ¡Viene otro! De nuevo lo observo, lo atiendo y se aleja. Y así cuasi infinitamente, hasta que acallo mi mente.

Es en nuestros momentos más oscuros cuando tenemos que centrarnos para ver la luz.

Aristóteles

Aquí descubro que el riesgo de engancharse a un pensamiento estriba principalmente en creérselo. Lo relevante no es el mensaje que trae, que siempre se refiere a una acción del pasado o futuro. Lo importante es el trasfondo. Y tras ese bombardeo, la mayoría nos habla de nuestros demonios internos. Personalmente, os confirmo que vienen en forma de mis miedos y temores. Algunos de ellos alimentados por creencias obsoletas.

Tus demonios internos

En este proceso de analizar mi mente es cuando me disocio. Y me doy cuenta que yo no soy mis pensamientos; pues tengo la capacidad de observarlos como un ente independiente de mí. Es más, ahora puedo tener un idea y al instante siguiente la contraria. ¡Qué locura! Resulta evidente la importancia que supone cuestionarme todo lo que pienso.

No olvidemos que la mayoría de emociones surgen de los pensamientos y ¿qué sucede si ese pensamiento no soy yo? Pues que pierde el sentido. No obstante, lo que he de analizar es la raíz de todos ellos. A dónde me llevan, y lo más importante, de dónde vienen. Si analizo su origen podré atender, aceptar y sanar esos temores que me inundan cada día. Por que los miedos, más allá de su sentido biológico, imposibilitan y limitan nuestras acciones. Y ahí es en verdad donde radica la sabiduría del ser humano: en la consciencia.

La sabiduría es causa de felicidad,
porque siendo una parte de la virtud total,
hace al hombre dichoso por el solo hecho de poseerla.

Aristóteles

Yo no soy mis pensamientos, pero mis pensamientos sí hablan de mí.


Agradecimientos a Guillermo Amor por ser fuente de inspiración.