Me descubro ante el mundo. He comprendido mi ignorancia. Me he dado cuenta que no me conozco. Cada día que pasa, lidio con un miedo. Los temores me sobrepasan en ocasiones. Yo hago caso omiso. Me escondo tras Netflix, YouTube, las compras o un simple rato frente al móvil. No importa, el caso es acallar mi mente. No escuchar. Seguir dormido. Así, si no hago caso a mis miedos, estos desaparecerán. ¿O no?

No puedes escapar de la responsabilidad de mañana evadiéndola hoy.

Abraham Lincoln

En el día a día

¡Oh! Mierda, otro día igual. Son las 7 de la mañana y ya no puedo dormir. ¡Pero si es sábado! ¿Qué hago? Mi mente no para de dar vueltas. De hecho, estoy convencido que mis neuronas deben ser chinas. ¡Hay que ver lo que trabajan! ¡No dan tregua! Bueno, acallaré mi mente por unos segundos. Cierro los ojos. Me relajo y centro mi atención en recorrer con mi mente cada rincón de mi cuerpo. Comienzo por los pies. Tras un exhaustivo examen. Llego a la cabeza. ¡Bien! Parece que en esta ocasión voy a terminar una vuelta sin interrupciones de mis pensamientos. ¡Oh! ¡Mierda! Ya lo hice. Interrumpí mi recorrido con este pensamiento. Me toca empezar de nuevo…

Tras media hora, obtengo éxito y paso a centrar mi atención únicamente en mis pensamientos. Trato de acallar la mente. Y por unos instantes obtengo mi tan anhelado objetivo. Pero entonces, de nuevo brotan ante mí las inseguridades y dudas. Surgen en forma de cuestiones irresolubles. Y digo irresolubles porque siempre hablan del pasado o del futuro y no las puedo abordar en este momento. Todas son conceptos y situaciones que abordan la vida de cualquier ser humano.

No importa, mi inseguridad se manifiesta con este patrón. Trato de no hacer caso. Esquivo cual malabarista dichos pensamientos. Y lo consigo, pero surgen otros nuevos. En esta lucha sin fin, me doy cuenta que no tengo que rechazar esas ideas que perturban mi mente. Únicamente tengo que observarlas y darles las gracias por mostrarme esa parte que no atendía en mi interior. Cual recepcionista, contesto: «No te preocupes. Estoy aquí y escucharé todas las peticiones. Sé paciente. Tu respuesta llegará en el momento oportuno. Ahora soy el responsable de mi vida

Tu nivel más alto de ignorancia es cuando rechazas algo de lo cual no sabes nada.

Wayne Dyer

Descubro mi ignorancia ante ti

Mi ignorancia estriba en el desconocimiento de mí mismo. Es mi incapacidad para valorar lo que puedo hacer y ofrecer a otros. Mi ignorancia me recuerda cada instante de tiempo desaprovechado. Todo aquello que puedo aprender y reemplazar en mis pensamientos limitantes. Mi ignorancia está en el mensaje que queda al interpretar estas palabras escritas, pues olvido que solo es una percepción limitada de mi realidad.