No es de extrañar que la inteligencia financiera, no sea una lección que enseñen en la escuela, el instituto o la universidad. Vivimos en una sociedad que evoca al consumismo desmesurado. Adquirir sucesivamente bienes innecesarios para disfrutar de un estatus, o simplemente estar a la última, supone un alto impacto en nuestros bolsillos. Así es, a la sociedad del bien tener le interesa que consumas.
Como algunos me habéis leído por Twitter, hace poco se me estropeaba la TV. Entre los comentarios que recibía, una respuesta aparecía de forma común: «No es necesario tener una televisión. Adquiere una pantalla, es más barato. Y total, para lo que echan en la televisión, mejor ver Netflix, YouTube, Amazon…». Llegado este punto, la cuestión es: ¿Realmente lo necesito?
Si con todo lo que tienes no eres feliz,
con todo lo que te falta tampoco lo serásErich Fromm
¿Lo necesito?
Cuando compramos algo es importante cuestionarse su utilidad. Muchas veces compramos cosas que no van a recibir uso. Ya sean unos zapatos, unos auriculares, un Alexa.. Jamás lo creí, pero en mi armario puedo encontrar ropa que tiene más de un año y…¡Aún tiene la etiqueta puesta! ¿Te ha pasado a ti?
En esta línea, quiero aprovechar para decir no a los regalos materiales y quiero explicar por qué. Si te das cuenta, cuando adquieres una prenda te ofrecen un ticket con cierta garantía de cambio o devolución. Sin embargo, la mayoría de establecimientos ya no devuelven el dinero. En su lugar, te permiten cambiar esa prenda por otra. O incluso te ofrecen un vale que no caduca. Es una trampa más del sistema. Pues si hoy adquiero algo y quiero cambiarlo, tengo que adquirir otra cosa. Y si ese nuevo producto tiene un precio diferente, supone que siempre quedará algo pendiente. Bien me quedará cierto dinero sin consumir. O bien, tendré que comprar algo más caro y poner más dinero. En cualquiera de los dos casos, el consumismo gana.
No vemos las cosas como son, sino como somos.
Jiddu Krishnamurti
La efímera felicidad de las cosas
Muchas personas realizan regalos con toda su buena intención, pero… ¿Realmente es necesario? Tenemos la creencia arraigada en nuestra cultura de que un regalo demuestra el amor que sentimos. En ocasiones lo llaman: tener un detalle. Nada más lejos de la realidad. Por si aún no lo has percibido, la felicidad que se encuentra en las cosas materiales es efímera. O peor aún. Cuanta más importancia doy a ese bien, ya sea un pantalón, un móvil, un coche, o una casa, más condicionada está mi felicidad a su existencia. ¿Y tú? ¿Crees que el bienestar y la felicidad de tu vida depende de la existencia de algo material? ¿Y de alguien? Bueno, no voy a entrar ahí (por ahora).
Retomemos lo que indicaba. Si mi felicidad está condicionada a las cosas que poseo: ¿Qué sucederá si se rompen? Porque ese día llegará. No olvides que en esta vida todo es caduco, incluso nosotros. Entonces: ¿Cómo puedo ser feliz si no soy libre? ¿Si estoy atado a mis posesiones? ¿Si vivo con miedo a perder lo que tengo? ¿Es esto inteligencia financiera? ¿Acaso es que el mundo material ayuda a enmascarar la cruda realidad de que no somos libres?
¿Lo has notado? Por que yo he notado cómo esas palabras retumban en mi pecho y estremecen todo mi cuerpo. Sí, lo admito, me ha resonado. Cada vez que confrontamos nuestras creencias, cultura… es como si chocásemos contra un muro y nuestra mente tratara de evadirnos de esa cruda realidad con pensamientos superfluos. Dedicamos gran parte de nuestras vidas a ser formados en el sistema educativo industrial y resulta que, cuando nos cuestionamos nuestra forma de vida, nuestro ego se perturba.
Ahora sí, voy a ir un paso más allá. Modifica lo anterior que hemos hablado sobre las cosas y ahora aplícalo a los seres vivos con los que te relacionas. Te darás cuenta que, cuanto más allegada sea una mascota o una persona, más la quieres. Y cuanto más la quieres, más miedo tienes a perderla y menos libre te sientes. Entonces, podríamos cuestionarnos: ¿Realmente veo a esta persona como es? ¿O ese manto de incertidumbre y temor condiciona nuestra relación?
Cuantas cosas perdemos por miedo a perder…
Paulo Cohelo
Conclusión
Durante mis años de estudiante no me formaron en educación emocional, tampoco en inteligencia financiera, pero sí sé que me educaron para ser una mente dormida. Pero esa, es otra historia…
Agradecimientos a Sergi Torres por ser fuente de inspiración.
febrero 22, 2021 a las 12:08 am
Gran reflexión y me han gustado mucho las frases. Es verdad yo tb era consumista , y aún hoy en día me tengo que frenar, pensar con los pies fríos y sin hambre para darme cuenta , “ Si realmente lo necesito ”. Pero Emilio lo de comprar por comprar…el materialismo es algo que no viene de hoy , desde que dejamos de ser nómadas es cuando hemos empezado almacenar, coleccionar, presumir. Ahora ya es una enfermedad. Cuando digo que me gasté 110 € en reparar el Móvil (de hace cuatro años) ,vés la expresión inconsciente de la gente, la cual no te entiende y hasta medio se ríe por que el fondo no le ven sentido que lo has hecho. Y aún lo que me falta por mejorar. Cuando me aleje de joven a miles de km y no tenia nada físico conmigo, fue cuando me di cuenta que lo que importa no es lo que llevas , sino lo que has dejado fuera de la mochila . Ese es el verdadero lastre.
febrero 26, 2021 a las 10:46 pm
Un tema muy interesante de tratar, con diversidad de opiniones.
Cada uno tiene su razón, su verdad, pero tal vez pueda existir un motivo origen: «el vacío interior»
Esto, fuera de contexto, puede que sea mal entendido.
Lo cierto es que cuanto más incompleto te sientes, cuando sientes un vacío interno, tendemos a «rellenarlo» con aquello/aquellos que hemos generado algún tipo de vínculo.
El vínculo suele ser directamente proporcional a ese «vacío interior».
Cuando nos sentimos plenos, completos, podemos llegar a comprender, y hasta ver, que una perdida (de lo que sea a lo que estemos apegados) simplemente es algo que corresponde al ciclo de la vida, pues todo es cíclico.
Vivir el duelo es parte del proceso, pero engancharse a esto es lo que marcará el grado de apego a lo que te has sometido.
Y es que: «El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional » como decía Buda Gautama.
Y todo esto es «la pescadilla que se muerde la cola» (es cíclico de nuevo), a más sometimiento al sufrimiento, más apego, más vacío interno que rellenamos con algo externo, y más sufrimos por ello.
Es parte de una conducta/hábito, que es como una programación conductual a la que estamos sometidos.
Pero, estamos preparados para darnos cuenta de ello???
Sólo el tiempo y las circunstancias lo darán, si es que todo es cíclico…..
Todo es bien.
Cada uno a su ritmo ;p
Gracias por tus escritos de reflexión que nos permiten cambiar el punto focal, al menos durante unos momentos.